Por Jaushieh Joseph Wu, ministro de Asuntos Exteriores República de China (Taiwán)
En 2020, el mundo se vio golpeado por una crisis de salud pública sin precedentes, y los efectos de la covid-19 se sintieron en todos los aspectos de la vida de las personas.
Este año también se celebra el 75º aniversario de la firma de la Carta de las Naciones Unidas, la declaración que se encuentra en el corazón mismo del multilateralismo inclusivo que tanto necesita el mundo en estos momentos.
Ahora más que nunca, la comunidad internacional debe realizar un esfuerzo conjunto para forjar ese futuro mejor y más sostenible que reclaman la ONU y sus Estados miembros. Taiwán está listo, dispuesto y capacitado para ser parte de estos esfuerzos.
Con menos de 500 casos confirmados y siete muertes, Taiwán ha desafiado las predicciones y ha contenido con éxito la covid-19.
Todo ello es debido en gran parte a las rápidas medidas de respuesta adoptadas por Taiwán, entre las que se incluyen el establecimiento de un Centro de Operaciones del Gobierno Central para Epidemias (CECC, siglas en inglés), la implementación de estrictos controles fronterizos y procedimientos de cuarentena y el intercambio transparente de información.
También tomamos medidas rápidas para asegurar un stock adecuado de suministros médicos para nuestro sistema de atención médica, que está entre los mejores del mundo. Además, hemos unido fuerzas con democracias de ideas afines para explorar el desarrollo de kits de pruebas rápidas, medicamentos y vacunas. Trabajando juntos por el bien común es como el mundo conseguirá derrotar a la covid-19.
En la Declaración sobre la Conmemoración del 75º Aniversario de las Naciones Unidas, los gobiernos y los jefes de Estado reconocen que solo mediante el trabajo conjunto en solidaridad podemos poner fin a la pandemia y abordar eficazmente sus consecuencias. Por lo tanto, estos se comprometen a hacer que la ONU sea más inclusiva y a no dejar a nadie atrás.
A pesar de que la pandemia ha hecho que la comunidad internacional sea muy consciente de la exclusión injusta y discriminatoria de Taiwán de la Organización Mundial de la Salud y del sistema de la ONU, la República Popular de China (RPC) continúa presionando a las Naciones Unidas para que este organismo utilice una interpretación errónea de la Resolución 2758 (XXVI), adoptada por la Asamblea General de la ONU de 1971, como base legal para bloquear a Taiwán. El hecho es que esta resolución no aborda el tema de la representación de Taiwán en la ONU, ni establece que Taiwán sea parte de la República Popular de China.
De hecho, Taiwán no es, ni ha sido nunca, parte de la República Popular de China. Nuestro presidente y nuestra legislatura son elegidos directamente por el pueblo de Taiwán. Además, los controles fronterizos instituidos durante la pandemia ofrecen más pruebas para contrarrestar las falsas reclamaciones de la República Popular de China.
La ONU debe reconocer que solo el gobierno elegido democráticamente en Taiwán puede representar a sus 23,5 millones de habitantes; la República Popular de China no tiene ningún derecho a hablar en nombre de Taiwán.
No contar con la participación de Taiwán en las Naciones Unidas es una pérdida para la comunidad mundial y obstaculizará los esfuerzos de los Estados miembros por recuperar la normalidad e implementar la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible en su totalidad y a tiempo.
Al aprovechar su excelente trabajo sobre los ODS, Taiwán puede ayudar a los países a recuperarse mejor de los trastornos causados por la pandemia.
Nuestra economía ha demostrado ser resiliente: el Banco Asiático de Desarrollo pronostica que el desempeño económico de Taiwán en 2020 será el mejor entre los Cuatro Tigres Asiáticos, el único en mostrar un crecimiento positivo.
Muchos de nuestros indicadores de los ODS, incluidos la igualdad de género, el crecimiento económico, el agua potable y el saneamiento, la reducción de la desigualdad y la buena salud y el bienestar, han alcanzado niveles comparables a los de los países de la OCDE.
Nuestros continuos esfuerzos para implementar los ODS, junto con nuestra probada respuesta a la pandemia, colocan a Taiwán en una posición mucho mejor que la de la mayoría para ayudar a la comunidad mundial a abordar los desafíos actuales que enfrenta la humanidad.
“Nosotros, los pueblos de las Naciones Unidas decidimos. . . reafirmar la fe en los derechos humanos fundamentales. . . [y] la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de naciones grandes y pequeñas”.
Así es como comienza la Carta de la ONU. El ideal de defensa de los derechos humanos y las libertades fundamentales para todos que se establece en este texto no debe quedar en palabras vacías. De cara a los próximos 75 años, nunca es demasiado tarde para que la ONU dé la bienvenida a la participación de Taiwán.